Vista panorámica
Medina del Campo. Su origen y desarrollo
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

Historia de la Muy Noble, Muy Leal y Coronada Villa de
Medina del Campo
conforme a varios documentos y notas a ella pertinentes por

D. ILDEFONSO RODRÍGUEZ Y FERNÁNDEZ
Doctor en las Facultades de Sagrada Teología, Filosofía y Letras y Medicina, Catedrático de esta Facultad en la Universidad Central (antes en la de la Habana), Caballero de la Orden de Carlos III, etc.


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CAPÍTULO XXIII

Que trata de algunos personajes principales ricos que ha habido en esta villa y de cosas notables que ha hecho

Atrás dejó referido la antigüedad, calidades y exenciones de esta ilustre república y de sus fluentes grandezas, así de los caballeros patronímicos fundadores de los siete linajes de esta villa y de sus grandes hechos, y de las cosas y suceso que los señores Reyes pasados, hechos en esta villa, y de los hijos de ellos, que por letras y armas han merecido se pingan sus nombres en esta Historia para honrarlos como merecen y con honra honren y autoricen su querida patria.

Parecióme  era bien hacer memoria de otros caballeros  varones que con su hacienda han ilustrado este pueblo, algunos naturales y otros que lo merecen ser por haber vivido en él muchos años y porque en él han ganado poderosa hacienda y las quisieron gastar en fundar monasterios, Hospitales, mayorazgos y capellanías, todo de mucha estima, costa y calidad, y será el primero de quien pienso tratar el famoso Rodrigo de Dueñas, hijo natural de esta villa, de casa, linaje y descendencia, gran limosnero y persona de quien el Emperador Carlos V echó mano para su consejero, porque con su industria  y gran hacienda que tuvo le socorriese en muchas necesidades que hubo para sus guerras y ejércitos, que a todos son notarias ls ocasiones que a éste invicto César le ocurrieron en Alemania, Francis y otras partes, para lo cual tuvo en él un gran criado y servidor y muy principal hijosdalgo, ejecutoria de padres, abuelos y bisabuelos; lo cual ha visto por sus ojos el que esto escribe.

Fue famoso en riquezas y en liberalidad y en obras de caridad, como se verá; fue del Consejo de Hacienda del Emperador Carlos V, a quien dicho Rodrigo de Dueñas hizo muchos socorros para sus guerras con la grande hacienda y crédito que tenía. Hizo grandes asientos con S. M. con menos interés del que ahora se hacen anualmente a este Señor.

El año 40, que hubo una hambre tan general que tosas las montañas se despoblaron y bajaron a esta tierra, hizo mesa libre para todos los pobres en el patio de su casa y otras limosnas públicas y secretas. Se tiene por cas indudable que gastó aquel año sólo en limosnas más de doscientos cincuenta ducados, y algunos dicen se puede doblar el número, y así como iba haciendo estas limosnas, le iba también Dios recompensando con mayores mercedes y acrecentándole su hacienda.

Fundó un convento de monjas, de la advocación de la Magdalena, para recoger en él mujeres perdidas, que en aquel tiempo fuer arto necesario, porque a la abundancia de las ferias y de las riquezas que había, acudían gran número de damas a esta villa, lo cual por faltar esta abundancia no acudía y no había ocasiones para meter arrepentidas, y al presente, visto que había pocas monjas, su Prelado ha permitido reciban hijas de gente honrada con dotes; son de la Orden de San Agustín y dióles de renta en muy buenos juros 1.000 ducados, y en este convento tiene su entierro y el de sus mayorazgos.

Es hoy su mayorazgo D. Francisco de Dueñas, hijo de D. Rodrigo de Dueñas, nieto del fundador, que casó en Salamanca con una dama muy principal, llamada Dª. Mayor de Guevara, de lo ilustre de esta ciudad,  de la cual hubo el caballero que he dicho que posee hoy su mayorazgo. Tuvo diez hijos y una sola hija; casó esta señora con Juan de Ávila, de la Vega, caballero de lo noble e ilustre de la ciudad de Ávila; a los demás hijos dejó a casa uno 10.000 ducados, y al mayorazgo que dejó 10.000 ducados de renta; que en casa de un caballero tan limosnero cayó la bendición de Dios, pues dispuso de tan gran hacienda.

Pasando el Emperador por esta villa cuando se iba a recoger a Yuste, que es un convento de Jerónimos, en la Vera, posó en su casa y le hizo grande homenaje dos días, y cuando se hubo de partir le hizo un presente de 50.000 ducados que el Emperador le debía, por tener cédula firmada de su Real nombre, la cual le presentó entre dos fuentes de plata, y le dijo:

-Rompa S. M. esa cédula, que yo le quiero servir con esto.

Y por cierto me han dicho que se enterneció el Emperador y le echó los brazos al cuelo, estimando en mucho el servicio.

Fue la muerte de este caballero un año después de estas grandes limosnas, argumento grande de que Dios le quiso luego pagar con su gloria, siendo muy llorosa y sentida su muerte, no sólo por los pobres y monasterios, sino de los ricos y de todo lo bueno del pueblo.

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SIMÓN RUIZ ENVITO

Otro insigne varón que residió en esta república y que tuvo grandes y gruesos negocios, fue el prudente Simón Ruiz Envito de quien hemos dicho bien empleó su hacienda en el suntuoso Hospital que está acabado, en donde Dios nuestro señor ha de ser servido. Testó cuando murió 300.000 ducados, y de ellos dejó a un sobrino, que fue Vitores Ruiz Envito, su mayorazgo de 500.000 ducados de renta. Casó este señor con una hija de D. Juan de Peralta, un gran caballero de esta villa, como atrás he referido, los cuales dejaron una sola hija que se dice Dª. Mariana Ruiz de Peralta; casó esta señora con D. Fernando de Peralta, tío suyo legítimo, hermano de su madre, los cuales son patronos del Hospital general; dejó otro mayorazgo en Cosme Ruiz Envito, otro sobrino; dejóle otra tanta renta; que reside en esta corte y lo que se ha gastado EN LA FÁBRICA DE ESTE Hospital. Y lña renta que le dejó, no se pone por estar dicho.

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FERNANDO DE FRÍAS

También es justo se haga memoria de estos señores, padre e hijo, que fueron personas de tanto lustre y estimación en esta villa y fuera de ella. El Fernando de Frías Ceballos, que fue el hijo, estuvo en los Estados de Flandes por el tiempo que estuvo en ellos el Duque de Albano, y asistió en ellos muchos años; adquirió muy gruesa hacienda y con ella sirvió al Rey Felipe II en muchas ocasiones y socorros, a causa de las grandes y costosas guerras que S. M. tenía contra los herejes de aquellos Estados; fue tan liberal, que socorrió gran número de soldados, especialmente si eran de esta villa, y por estas cosas y otras más principales y honradas que hacía le llamaban vulgarmente el gran español.

Fue tan bien quisto que en motín que hubo de todos los soldados; saquearon casi todo Amberes y sólo respetaron la casa de este señor por los mismos soldados fue puesta guarda para que ninguno llegase a su casa a hacerle ningún agravio, que fue una de admiración librarse de una furia tan grande que es la de un motín de soldados, que fue tal, que se temió se abrasara toda Amberes.

El ánimo de este gran español fue muy grande y generoso, muchas limosnas y dádivas que hizo, y particularmente yendo unos Padres de la Compañía de Jesús, estando en Amberes, a pedirle una limosna para acabar una casa que estaba empezada, preguntándoles que con cuantos ducados se acabaría la casa, y le dijeron que con 8.000 ducados, los cuales mandó a sus cajeros que se los diesen, siendo esta limosna digna de tan gran señor.

Cuando el decreto del año de 1574, que el Rey hizo. Se halló dotado por S. M. en 300.000 ducados; estando ya en España un agente suyo prestó esta suma al Comendador mayor que fue de aquellos Estados, para hacer un socorro a sus soldados. El Comendador mayor le remitió al Rey para que los pagase, y el Rey los hizo moneda de decreto y le pagó en la forma que a los demás y le dio licencia para que pagase a sus acreedores en la misma moneda, y él no quiso usar de este género  de pago, y pagó todo lo que debía en puros reales; de contado y hecha la cuenta, se halló y es de decir que al pagar, como pagó, no con la moneda del decreto, había tenido más de cuarenta mil ducados de daño.

Fueron naturales de la vecindad de Vureva, del lugar de Quinta Eliz, a donde tiene la casa y entierro de todos sus pasados; casa de notorios hijosdalgos, como consta de la probanza que hicieron ad perpetuum después que se vinieron a vivir a esta villa. Ha de estimarse en mucho la bondad y virtud del Padre, que tuvo los mayores negocios que hubo en esta villa, y casa donde se fiaba grandísima suma de mercaderías, y no se sabe que en toda su vida ejecutara a ninguna persona, que es digno de gran loa y alabanza. Volvióse de aquellos Estados a esta villa por el grueso de sus padres, y fue fama que trajo 500.000 ducados de aquellas partes; casó este caballero con una dama de lo bueno de esta villa, que se llamó Dª. Leonor de Barrientos, de los caballeros del solar, del linaje de los Barrientos. Hizo otra cosa muy honrada y que pareció muy bien es esta villa, y fue que en el convento de San Agustín compró la capilla mayor para su entierro y dio por ello 400 ducados de renta, y muchas colgaduras de tapices de oro y seda de subido precio, y preciosos ornamentos y tablas famosas que trajo de Flandes y que todo valía gran suma de dinero.

Murió su padre primero que él y enterróle en el entierro principal, que es en medio de la capilla mayor, con un túmulo levantado de rejas  y paños de seda que sus armas, muy autorizado, y de ahí a pocos años le llamó Dios a él,  y mandó en su testamento que ninguno se enterrase donde estaba su padre, y se mandó enterrar y lo está, en otro entierro más humilde en la colateral de mano izquierda, frontero del altar de Nuestra Señora de los Remedios, y para los patronos que en adelante viniesen hizo hacer otro entierro en un arco puesto a la entrada de la sacristía.

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PEDRO CUADRADO

No menos se debe hacer memoria y poner entre los varones principales ésta, cristiano y pío, que su mocedad gastó en los Estados de Flandes, donde ganó gruesa hacienda, y vuelto a España, casó en esta villa con Dª. Francisca Manjón, una señora muy principal, de un linaje muy noble de esta villa; los cuales no tuvieron hijos, y como eran tan conformes y cristianos, y de gran caridad y virtud, les inspiró el Señor para que fundasen el colegio de la Compañía de Jesús, para lo cual compraron muchas casas y suelos para hacer la fábrica como al presente está, que es de las mejores de esta provincia, con renta suficiente; en el que tienen un entierro muy suntuoso en medio de la capilla mayor; dejó de renta a los patronos, que iba llamando con una condición, que el día de San Pedro, en Julio, que es la advocación del Colegio, los Padres, en la Misa mayor, al tiempo del Evangelio, salen seis de ellos, uno, el más antiguo, lleva una vela blanca grande, y un año la pone en la imagen de nuestra Señora, que es muy devota, y está en el altar colateral de mano derecha, y otros año alternative,  de la misma manera, al patrón, que es o fuere; y es cosa muy honrada y de gran autoridad, para Dª Francisca Manjón, que fue fundadora junta con el dicho Pedro Cuadrado, su marido. Dejó patrona a esta santa imagen con otra tanta renta como dejó su marido a sus patronos; es la casa tal, que los Padres de esta provincia hacen en ella cada tres años sus Congregaciones, por estar esta villa tan acomodada para las partes donde hay colegios. Tienen los Padres en este Colegio muy principal estudio, donde con la ciencia juntamente enseñan mucha virtud.

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EL INSIGNE BALTASAR SUÁREZ

Fue grande y generoso y valor de este caballero, natural y residente en la populosa ciudad de Florencia, persona notable con sus méritos Y grandes socorros y limosnas que ha hecho y hace a todos los que de él se quieren valer, por lo cual le ha puesto Dios en el estado tan ilustre y principal que hoy tiene, pues puso los ojos en él el Gran Duque de Florencia, y gustó de casar a una hermana carnal de la Gran Duquesa, su mujer, con tal español, y le eligió por conocer en él tan honradas prendas  e ingenio tn aventajado, y lo fue así,  puesto que un Príncipe tan grande echó mano de él para tenerle por cuñado; estuvo casado con esta dama, llamada la Sra. Dª. Marteli Suárez, algunos años, la cual tuvo muchos hijos; vino a morir esta señora, y el Duue se volvió a casar con una parienta suya, y para los dos hijos que le quedaron de la hermana del Gran Duque les dio dos encomiendas de San Esteban, con mucha renta, y habiendo vacado el Bailiato de esta Orden le hizo merced de él, que es de muy gruesas rentas, para que le incorporase en su mayorazgo; negocio y merced que muchos caballeros de Florencia y de este hábito desearon tenerle con muchas veras, y le hizo merced de la Gran Cruz; esto y las dos encomiendas que dio a los hijos lo incorporó a su mayorazgo. Todo esto y más merece este caballero por ser tan parecido a Dios en el atributo de dar y tener caridad, y este caballero, y su hermano el Capitán Cristóbal Suárez, Comendador del hábito de Cristo, son primos segundos de dicho Diego Valderrama y su hermano Antonio de Valderrama, que está casado con la hija mayor del Dicho Baltasar Suárez.

Pondré aquí una respuesta, digna de ser ponderada, que escribió a un deudo suyo de esta villa; escribiéndole el deudo que por acá se sonaban las grandezas que hacía de su hacienda en limosnas y socorros, que se fuese a la mano, que si así procedía no le bastaría la hacienda del Gran duque; respondióle agradeciéndole mucho el consejo, y que él se enmendaría con condición que no le pudiese nadie, porque si le pedían no podría acabar consigo. Otra cosa, por cierto, que se puede celebrar, esta cristiana respuesta, porque se sabe, después ue la dio, acrecentó Dios su Estado de la manera que va referido, y le acrecentara Dios los día de vida. Cierto que se puede estimar mucho que este ilustre república tenga tal hijo y que fuera de su patrias y Reino mereciese tanto.

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CASA DE FRANCISCO DE LA TORRE, REGIDOR DE ESTA VILLA

Francisco de la Torre, Regidor de esta villa, fundó un mayorazgo con buena renta. Fue hombre que con su persona y hacienda autorizó esta villa, porque siempre tuvo dos o tres caballos con que él y sus hijos paseaban; hizo unas casas principales en la calle de San Martín, que cualquier Príncipe se puede aposentar en ellas, cercanas al convento de San Agustín; en este convento edificó su capilla, bajo la advocación de Santa Mónica,  muy suntuosa y bien dotada, y dejó renta aparente para que el mayorazgo vista cada año quince pobres de su feligresía y de la villa a disposición de su mayorazgo; herodó por su muerte el mayorazgo Gabriel de la Torre, el cual casó con una señora de los Corrales ilustres de esta villa; posee su mayorazgo por la muerte de su hijo D. Francisco de la Torre y Corral, los cuales han ilustrado a este pueblo en fiestas de juntas, sortijas y cañas, y otros regocijos.

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CÉSAR ALIPRANDO

César Aliprando, natural milanés, de lo noble y principal de aquella ciudad, como lo dicen los papeles que su hijo Pedro Luís Aliprando hizo traer muy autorizados, por ilustrar su linaje, por los cuales ha ganado ejecutoria de hijodalgo en la Real Chancillería de Valladolid, y por ello e visto puso su padre en çel un mayorazgo muy bueno, que lo posee hoy dicho Pedro Luís Aliprando, y él, después de la muerte de su padre, ha fundado en el convento de San Agustín una capilla principal, con muy buena dotación.

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DIEGO ÁLVAREZ GAIBOR

Natural de esta villa, hijo de gente principal y noble, pasó siendo mancebo a Indias y volvió muy poderoso; quedóse en Sevilla, que  no quiso autorizar la patria, casó en esta ciudad dos hijas con dos caballeros principales, con muy gruesos dotes y desde allá hace a esta villa algunos socorros y limosnas.

No quiero cansaros poniendo otros muchos mayorazgos, vínculos y Capellanías que los hombres de negocios han hecho y fundado en esta villa, de las cuales resulta muchos provecho, pues se gastan en ellas sus rentas y sustentan clérigos y religiosos y por aquí se puede sacar la grasa y sustancia que dejaba en esta villa la contratación y la gran falta y ruina que tiene Medina por haberle faltado dicha contratación. Todo lo atrás dicho se ha puesto para los que pueden en el gobierno del Reino, pidan, rueguen e intercedan con nuestro católico Rey la favorezca, ampare y mejore, que está como muerta, y si los méritos de sus hijos no bastaren tengan píos oídos para oír lo que falte decir cerca de su gran perdición, y digo, pues, que el principio que tuvo Medina para caer en su grandeza y gran contratación, fue desde el año 1575, que vino el nuevo crecimiento de alcabalas, que aunque es verdad que no estaba con la pujanza antigua, a lo menos estaba para sustentarse, que no hubiera caído, sino antes aumentándose.

Por el tiempo dicho vino a tratar de hacer el encabezamiento de esta villa un Administrador, que se decía el Contador Peralta; hizo las diligencias que estaba obligado y las ordinarias que los tales administradores suelen hacer, de registrar las mercancías por fieles portazgueros, para que no saliese ninguna mercancía sin pagar de diez uno, haciendo denunciaciones y otras diligencias convenientes a su oficio que los hombres de negocio tenían por molestias y extorsiones. A esta sazón residían en esta villa con muchas mercancías, mercaderes de Toledo, Segovia, Cuenca, Torrecilla, Ávila y de otras partes donde se fabrican paños y sedas, y de Bilbao, San Sebastián, Laredo y otros puertos de mar. Había muchas lonjas con gran abundancia de mercancías de  Francia, Flandes, Florencia y Portugal, y todos habitaban en esta villa todo el año vendiendo, y sus dueños enviaban mercancías, y esto era una rueda viva que nunca paraba, y como era tan antiguo el trato en Medina del Campo acudían a ella de todo el Reino a comprar mercancías, que venían a ella como a una Aduana, porque hallaban cuanto querían y  se lo fiaban para pago, y como los créditos en aquel tiempo eran tan grandes, ninguno venía a esta villa que no fuera cargado de mercancías.

Restringióse esto a causa de las molestias  que el Administrador y sus ministros hacían con los mercaderes,  queriéndoles llevar de diez uno y la mercadería no lo podía sufrir. Los agentes que estaban en Medina avisaron a sus dueños lo que pasaba, visto que era imposible poderse pagar tantos derechos, respondiéndoles que vendiesen lo que había de próximo en las Lonjas, y acabado se fuesen a sus casas. Hízose así, de suerte y manera que en lugar de encabezar a Medina la descabezaron, y totalmente acabaron, porque este fue su principio respecto de cómo las Lonjas se cerraron y no había las mercaderías que solían venir a comprar los mercaderes de las ciudades y villas del Reino ordinariamente y como vieron la villa tan desierta de mercaderes y mercaderías, fueles forzoso irlas a buscar a las partes donde se fabrican, quye jamás solían pasar de esta villa, por hallar en ella todas las mercaderías que había menester de las partes donde se fabrican dichas mercancías.

Visto que se les iba a buscar a sus casas, saboreándose tanto, que aunque después se vino a concertar Medina, no quisieron volver más a ella, como antes lo solían hacer; yo bien me puedo engañar, pero téngolo por cosa por demás cierta, que la gran carestía que hay hoy de todo género de paños y sedas y otras mercaderías del Reino y de fuera de él, procede de vendarlas en sus casas, y no en curso de ferias, como siempre se hizo, y aquí entra bien el proverbio de “compra en feria y vende en tu casa”. Ya que había perdido Medina esta calidad y  ventajas, hará cosa de veinte y tantos años, quedaban aún algunas lonjas de mercaderes de esta villa, con mercaderías de fuera del Reino y con éstas y con los pagos, aunque estuvieron suspensos tres años por causa del primer decreto, se volvieron a hacer y entablar por la diligencia y buen cuidado del sapiente y prudentísimo Felipe II, que de todas estas cosas entendía, y vista la gran necesidad que España tenía de sustentar la contratación y comercio de las ferias y pagos para remediar esto, lo trató con Juan Ortega de la Torre, burgalés que todos conocimos, y visto que no había quedado cambio en pié, mandóle que la armase y que fuese a la villa de Medina del Campo a empezar y acabar los pagamentos y que había en el Estado suspendidos, y estas razones u otras semejantes están en la nueva Recopilación, Jua ortega de la Torre, puso por obra lo que S. M. le mandó, y vino a ésta y abrió sus libros y acudieron a ella todos los hombres de negocios del Reino y de fuera de él, los cuales pagos se acabaron e hicieron con mucho gusto y quedaron los negocios tratados para hacerse otros, y se fueron continuando con mucha puntualidad y si S. M. no removiera y cambiara esto, hoy se estuvieran así.

Visto que los negocios del Reino iban caminando bien, y que los pagamentos se hacían con puntualidad, armaron otro Banco Antonio Juárez de Vitoria y Juan Luís de Vitoria, su Hermano, personas de gran entendimiento y criados toda su vida en los negocios en estos Reinos y fuera de ellos; personas que nacieron para semejantes negocios, porque tenían grandísimo pecho, para que asentasen en su libro cuanto querían las personas que con su Banco tenían cuentas. Vinieros a los pagos que de allí en adelante se hicieron, donde se juntó mucho concurso de personas de negocios y esto duró hasta el decreto del año 96, que allí se acabaron cambios y hombres de negocios, mayormente los españoles; que nunca se hicieron pagos con la pujanza que solían, y todo fue desgracia para esta villa, que de cambios ni personas de negocios,  no le ha quedado una sola cosa de ellos, ¡y que sea posible que eta España tan acabada en buenos entendimientos, que no haya personas que sepan aderezar la trabazón de estos arcaduces, dando alguna traza y orden para volver a resucitar la contratación!, pero témome que aunque hubiera algún remedio para ello, lo desearían todo lo de los negocios que están muy de asiento en sus casas, y haríanseles muy mal venir a hacer los pagos a esta villa, pareciéndoles que basta enviar tres criados a ella a hacer el cuento y los pagos en la corte, cosa muy prohibida y que jamás se hizo en España.

Acuérdome, y muchos de los que viven, que se hacían cuatro pagamentos en España: los dos en Medina del Campo, que se nombraron en Mayo y Octubre, y los otros dos en Villalón en la Cuaresma, y otros en Medina de Rioseco por el mes de Agosto, y en acabándose el límite de unos pagos, venía el Juez  a echar de allí los mercantes, para que fuesen a hacerlos los que le seguían y de esta manera andaban los negocios vivos y había grandísimos créditos en general.

Yo conocí en esta villa que se juntaban a hacer los pagos ocho cambios, y otros más antiguos conocieron 16, y todos tenían mucho que escribir, por razón de que todas las tiendas del Reino, chicas y grandes, tenían cuenta con cambio, y ninguna compraba ni vendía, di no era para pagar en los pagos; todas las tiendas los entrepagos y cuanto vendían y negociaban, lo entregaban cada una al Banco donde tenían su cuenta, y en los pagos libraba en él lo que debían si quedaban algunos restos; acabados éstos iban los cobradores de los cambios a cobrar y con esta suavidad se sustentó tal contratación muchos años; no se usaba en aquel tiempo cambiar al uso, ni que los retornos de los cambios que se hacen fuera del Reino, viniesen a morir y pagasen en Sevilla, como ahora se practica, sino que todo venía para los pagos generales  del Reino y estos son cambios reales y permitidos, los demás son ilícitos y dignos de remediar, como se tratará adelante.

El modo de cambiar al uso y como se ha dicho, tiene destruida la contratación, porque tienen al año muchas remisiones, y con esta codicia no hay quien pida mercaderías fuera del Reino. En el concilio que hizo el Rey Egica, godo, en la Imperial ciudad, como en el capítulo XX del primer libro se trató, se vedaba que los judíos en aquel tiempo estaban en España, fueran a comprar a los puertos de mar, porque se encarecían ls mercancías a causa de que, como las iban a buscar a los puertos, venían los extranjeros con ellas a Castilla, como solían, por lo cual se encarecían más. Prometí allí extender este punto en su lugar, y así me parece será bueno éste, porque realmente se puede tomar ejemplo de este hecho, que acaso porque los que gobernaban en aquel tiempo se descuidaban, o por ocupaciones que tenían, cuidaron de esto en los Concilios donde se decretan sino decretos divinos; vinieron a meterse en el Gobierno temporal; y no nos maravillemos ni pongamos culpa a los que hoy gobiernan, porque son tantas y tan grandes las cosas que tienen a que acudir, que es imposible prevenir a todo, y así fue muy bien acordada la orden que se dio al recibir arbitrios y prometer S. M. premio por ellos; y también es justa cosa recibir avisos, mayormente si son en beneficio del bien general y público, y cuando éstos no sean tan calificados que no se pongan por obra sus efectos, a los menos al que los dé, es razón que se reciba; su buena voluntad y la mía se reciben en dos, que quiere dar; que si se mira cuando es razón, piden el remedio con brevedad; el primero es acerca  de ir a comprar a los puertos, que de esto se ha abusado después del año 1575, que vino el nuevo crecimiento de alcabalas, que como atrás se tocó, se desasendereó  de esta villa la gente que venía a comprar y no hallando mercancías resolvieron irlas a buscar a su nacimiento, porque antes, de cuatro navíos que venían a los puertos, tres se vendían en Medina del Campo y esto cesó por las molestias que el Administrador hacía a los mercaderes que traían a ella sus mercancías, que era Medina Aduana a donde todo el Reino acudía a proveerse. De no bajar la mercancía, como solía, e orla a buscar a los puerto, ha resultado el sacar la moneda del Reino, y que los que van a comprar a los puertos anden por acá buscando escudos doblados y reales de a ocho, porque los extranjeros  no quieren menos moneda.

Pues pregunto yo: si no vuelve a Castilla alguna moneda de estas, paréceme que es muy perjudicial, porque el extranjero viene a España, como el español va a las Indias, a buscar plata y oro y llevar mercaderías; además de esto,  cuando el extranjero llega al puerto con uno o más navíos de mercadería, y acierta o no haber personas de Castilla que compren, lo cual sucede muchas veces; vende al natural y cuando llega el de Castilla tiene que comprar de segunda mano y hartas veces de tercera, porque los de los puertos venden a unos y a otros. Por manera que, cuando llegan a Castilla vienen las mercaderías sobre tres ganancias y cuatro con el que las va a comprar.

Conforme a esto, bien anduvieron los del Concilio toledano vedar en que los judíos no fuesen a comprar a los puertos; más las alcabalas de S. M. desfalcan mucho, porque en los puertos no se paga, y si las mercancías bajasen a Castilla valdrían  mucho más las rentas reales y lo mismo los puertos secos, y sobre todo habría más moneda en España, remediando aquel conducto por donde se va. Remédielo Dios, que lo puede hacer.

Hase visto una experiencia muy evidente y sabida, digna de poner remedio en ella acerca de las personas que venden por las calles lencerías y otros géneros de mercaderías, porque son tantos lo que se han aumentado, que ellos son los que venden y negocian, y las tiendas del Reino son paradas, las cuales están obligadas a pagar los repartimientos  que los diputados de sus centros le reparten, y el caballero o callejero vende más y casi no paga alcabala en comparación de la que pagan las tiendas, las cuales, además de las alcabalas, pagan arrendamientos de casas,  y otros gastos y cosas que hay en las repúblicas; estos están libres de todo esto. Hay ortro daño entre los caballeros  que venden el ruán por Holanda, y la tela por ruán, y la humaina por angeo, y esto es sin duda porque se ha castigado algunos sobre esto, y es ocasión de muchas ofensas a Dios, porque con achaque de las mercaderías entran en  muchas casas donde nunca faltan tropiezos y causas de pecar. Estos caballeros son tan solícitos en negocios, que no se contentan con vender por las calles en los pueblos grandes y populosos, pues no hay aldea que no la hinchen de mercaderías, y las fían a las labradoras hasta el pan cogido, y las cargan en el precio mucho más de lo que vale, y como las mujeres son codiciosas, mayormente en lencerías, en breve tiempo despachan cuantas mercaderías llevan, y por esta razón no pueden vender las tiendas del Reino, porque estos se lo llevan todo.

Para esto dan sólo una razón algunas personas que han calificado este punto, y dicen que es bien que anden por las calles estas mercaderías, porque muchas mujeres no siempre pueden salir a comprarlas ni tienen criadas que lo sepan hacer, y lo que esto dicen no miran el bien común sino al particular, porque las que no tienen criadas que lo compren, como toman los mantos para otras cosas, tómenles para esto, y comprarán de las tiendas más barato y más desengañado, y esto se remediaría con sólo mandar que estas gentes pongan tiendas en las villas y ciudades que más gusto les diera, y de esta manera ayudarían todas a pagar las alcabalas, y los dueños de las casas tendrían más aprovechamiento y ganancia, y al que esto no le pareciese bien, váyase a sus Reinos y ganen de comer los naturales.

Como en el siglo hay personas desgraciadas, unas más que otras, porque sucede que algunos, burlando  que intentan las cosas, les sea todo bien, a su gusto y con buen suceso,  y otros trabajan todo cuanto pueden, y hacen sus cosas con mucha diligencia, y parece que todo se les hace a revés, y todo les sucede adverso; de esta manera hay repúblicas en el mundo, unas más desgraciadas que otras, y de esto tiene nuestra Medina algún sentimiento, porque cuando la Majestad de Felipe III hizo merced a esta villa de enviarla la Real Audiencia de la Cancillería, fue en una gran ocasión, porque la contratación y los negocios de Reino que sustentaban a Medina, iban ya acabando y degenerando, y con la gran merced que S. M. la hizo, la resucitó y la dio nueva vida. Estuco el tiempo que aquí asistió en gran manera florida, y todos los de la Audiencia muy contentos, porque acudieron muchos negocios y ganaban muy largo por ser mucha y muy buena la comarca de esta villa, mayormente para la provincia; durólo poco este gozo, porque es propio de desgraciados que les dure poco la alegría; entendiendo que había de ser por muchos años esta asistencia; muchos herederos y propietarios de casas repararon sus posesiones  y para ello tomaron censos sobre sus haciendas, y como el aprovechamiento les duró tan poco, hoy día les duela la cabeza, porque se cargaron de censos, y las casas están cerradas y caídas y las viñas perdidas por no tener con qué labrarlas. Saliendo de aquí la Real Audiencia, quedó este pueblo del todo acabado, porque sin ella y sin contratación, que es lo que siempre la tuvo en pié, considere el discreto cual puede ser esta república. Pues de los caballeros de su Ayuntamiento no se pueden hoy quejar, pues hacen todo lo posible yendo y viniendo a la corte para procurarla alguna orden para que se entretenga esta villa y que no se acabe del todo; mas veo no se hace nada sino gastare el dinero. Como S. M. premia a los soldados por servicios que le han hecho en las guerras, se había de acordar en premiar esta república, que no ha sido de las que menos ha servido a S. M. y a los Señores Reyes sus antecesores en todas las ocasiones que se han ofrecido y las ha sido mandado.

Cabe en razón que de una República tan antigua y tan leal se acuerden los Reyes de ella para que del todo no se acabe, respetando a lo dicho y a los muchos templos e iglesias y monasterios que en ella hay, y que padecen mucha necesidad por faltar tanta copia de gente como falta; muchas personas naturales, y de otras partes del Reino , se admiran de que constando la diminución de este pueblo, y siendo tan notoria, Su Majestad no le hiciese alguna merced para que no decayese del todo, y no es de maravillar que Medina del Campo tenga algún sentimiento, y le debe tener, viendo que a su hermana Valladolid, su padre (que los Reyes son padres de las repúblicas) mirando, como a hija más regalada, le rebajó su encabezamiento y la dio mercado franco y franqueó a los que se fuesen a vivir a ella, y otras muchas mercedes, para que ayudasen en algo al restauro; de faltarle la corte no se pone esto aquí ni a nadie pase por el pensamiento que padezca algún género de envidia ni que a Medina le pase por ello, ni le pase por el pensamiento; pero viendo que no ha hecho ningún demérito a su Rey, ni a sus antecesores, sino muchos y grandes servicios, así en cuerpo de república como los particulares hijos suyos, como el lector habrá visto, y queda bien probado por los famosos hechos que en servicio de los Señores Reyes pasados y presentes ha hecho y acabado. Así, pues, Medina del Campo, ¿no es de la Corona Real como las demás ciudades del Reino?, ¡Pues qué! ¿Si la dejan perder y acabar no pirden las rentas Reales y la Real Corona una villa tan principal?

¿Pues este remedio no incumbe a los que gobiernan? ¿Pues cómo no lo hacen, sabiendo todo el Reino que por n hber acudido con tiempo a este remedio, ha perdido S. M. a sus Reales rentas lo que va desde 18 cuentas que pagaba el año 75, cuando vino en nuevo crecimiento, a cuatro cuentos con que la presente apenas puede pagar, pues 14 cuentos que voy al decir  que hacen 40.ooo ducados, no se han perdido cada un año por querer tirar la barra siempre con esta villa? Y de próximo pasa hoy esta dureza con ella, pues está en caballo de su ayuntamiento a tratar de su encabezamiento. No sólo no lo hacen, por los Diputados generales del Reino la envían Administrador, ocasión de mayor menoscabo, que es donde tan sabida y conocida está la petición de Medina. Pudieran cargar a otros pueblos a cada uno un poco, que de conocido se sabe están aliviados, y descargar a esta villa, de manera que de conocido se echará de ver, que para que los pocos vecinos se han quedado tuvieran algún alivio para que sabiendo que estaba, con poco encabezo, se animaran y volviesen algunos de los que se han ido de ella, era precioso esto hacer.

Y para semejantes cosas que había de intentar lo que hace el prudente médico cuando sale de mañana a visitar a sus enfermos, que los primeros que visita son a los más peligrosos y de mayor necesidad, y a los que no han tanto menester los visita después, y porque está encendida esta alegoría lo la aclaro más, que hay muy buena administración, es mirar por los pueblos de la Corona Real, y de no, se viene a perder más de los que sacar pretenden.

Para verificar más el menoscabo de Medina y que a todos les sea notorio, digo que a la ciudad de Valladolid no le falte lo que siempre tuvo no teniendo corte, que es su Real Cancillería y muchos caballeros que por su causa asisten a ella, con las demás cosas que siempre tuvo. A la ciudad de Palencia, su santa iglesia, que sustenta mucho, y su trato de frazadas; la ciudad de Salamanca, sus estudiantes, Colegio e iglesia Catedral, la ciudad de Segovia y su gran trato de paños, con las demás calidades que siempre tuvo; y finalmente, todas las demás ciudades del Reino.

Sólo a Medina del Campo, que su permanencia y aumento pendía de la contratación, ésta le falta totalmente; discurra el lector discreto cual habrá quedado, porque con el compás que con la gran contratación que en ella había, iba creciendo; por eso, faltándole ha disminuido, y si no fuera por algunos mayorazgos antiguos y modernos que los valerosos hombres de negocios fundaron, estuviera esta villa acabada y del todo hundida.

La contratación en España, nunca fue tan bien recibida como fuera del Reino lo ha sido, si no fuese de cosa de ochenta años a esta parte, que personas cuerdas y discretas, cayeron de la cuenta y asistieron de ella, por saber que en Florencia, Génova, Venecia y toda Italia, se precian y estiman de la contratación, por la cual ha habido personas poderosas, así en haciendas como en Estados; imitando a esto muchos españoles, gente noble y buenos hijosdalgos echaron mano de ella, particularmente en esta República, Valladolid, Burgos y Teledo, y la empezaron tratando en mercaderías, así del Reino como fuera de él, y cundió tanto que en las aprtes citadas, ha habido hombres de negocios muy calificados y que han dejado grandes mayorazgos, y así se extendió por todo el Reino y se preciaron de ello, y este pueblo tiene mucha razón en estimarla, pues de los grandes hombres de la contratación que en ella ha habido, ha resultado mucho aumento y autoridad a esta república, pues de sus haciendas se han fundado monasterios, mayorazgos y suntuosas capillas y memorias, todo con grandes dotaciones como va dicho, en particular y por aquí se sacará la razón que Medina tiene de pedir su dote.

Prosiguen las razones del menoscabo entre las cosas y razones que atrás quedan dichas, acerca de la disminución de esta república y las que se dirán; es una lo del corregimiento de ella, el cual solía ser de los más solicitados de los del Reino, atento las grandes ejecuciones que en los pagos se trataban, y es cosa notoria que cada un año valía a los Corregidores de 4 a 5.000 ducados, y como al presente se ha sabido el menoscabo y poco provecho, no hay caballero que lo pida, mayormente si es rico, que no siéndolo,  hartos lo aceptarían, pero no está la república para que venga a ella ningún caballero que no tenga renta suficiente, que es esto gran argumento de la intención que voy  fundando y probando.

Para más prueba de lo dicho, y de la mucha gente que falta de este pueblo de treinta años a esta parte, es cosa cierta que en este tiempo en dos Cofradías de disciplina que hay en ella, en la de la Santa Cruz salían 700 disciplinantes, y en la de Nuestra Señora de las Angustias salían 500, sin mucho número de cofrades de luz, que iban en la una y en la otra, pues este presente año de 615, salieron en cada una 200 penitentes, bastante prueba de pocos vecinos. Vamos caminando por las demás cosas para prueba de esta verdad.

En esta villa hay 24 escribanos de número, y todos quisieran ganar de comer y no pueden por la falta de gente y de negocios, y entre ellos, como gente cuerda y discreta, se han conformado para reunir la mitad de los oficios, y para ello han enviado a suplicar a S. M., con un memorial de razones muy suficientes, de que conviene hacerse la refundación de los oficios, obligándose los que hubieren de quedar a pagar los oficios a los otros, y de próxima está en la corte un escribano de dicho número tratando de ello, y el Consejo ha dado y permitido licencia para que lo puedan hacer. Bastante señal de esta verdad.

En la Cofradía de San José, que es de los carpinteros, en los tiempos de atrás había muchas obras de templos y de particulares, por la superabundancia de gente y riquezas; había en la dicha Cofradía pasados de 50 maestros de carpintería, todos famosos, y al presente no hay 20 maestros ni cofrades, por haberse ido a otras partes a morar, por no tener que hacer, y los pocos que han quedado más se ocupan en deshacer casas y edificios que en hacerlos de nuevo.
Todos los jueves del año que es mercado en esta villa, acudían a ella muchos carros de madera y tabla, de tierra e Cuellar, y por falta de vecinos y sobra de madera vieja, no acude ni uno más, muchos años ha, y aunque esta villa lo siente por la renta de la madera, los lugares  que lo solían traer lo sientan más por perder su ganancia.

La renta del tajón de la carne, valía en aquel tiempo su cuento y 600.000 maravedíes y los sábados en el rastro se solían gastar trescientos y más carneros y no se gastan hoy cincuenta, y la renta del tajón vale al presente 700.000, que no sé cómo se puede encarecer más la perdición de Medina.

Había en esta villa una franqueza de los siete mercados de ganado, que empezaba el primero el Jueves Santo, hasta que se acababan, a los cuales se llevaba tan gran cantidad de carnes y natas de ovejas, que los iban a ver por cosa de maravilla, pues no cabían en un campo muy ancho y espacioso que está como se sale para ir a la ciudad de Salamanca.

Cuando se concedió esta franqueza, Medina fue totalmente franca, así estos siete mercados como los cien días de las ferias de Mayo y Octubre, y después consintió la villa que echasen 11 al millar en los límites de las ferias y a los siete mercados 17 al millar; lo quiso la república por hacer servicio a los Reyes católicos, respecto a sus grandes guerras. De esta manera se arrendaban los mercados, y aunque se pagaba esta nueva imposición, nunca dejó de acudir grandísima copia de ganados, y venían a esta villa, a estos mercados, de todas las ciudades y villas comarcanas, como las ciudades de Zamora, Toro, Medina de Rioseco, Valladolid, Tordesillas, Coca, Olmedo y Arévalo, con otras muchas de Castilla la Vieja. Y era tanta la prisa que habñia que sacar cédulas para sacar los ganados comprados, y a pagar el alcabala así de los carneros como de los hatos  de ovejas que los pastores de este contorno venían a comprar, que no se podía averiguar por la mucha gente que acudía. Pues volvamos a nuestro intento, que al presente no se juntan de tres a cuatro hatos de ganados, y apenas hay quien compre. Han hecho mucho daño a este mercado los de Tordesillas, porque son francos del todo y acuden allí los que solían venir a Medina.

Solía haber en la rúa Nueva, donde tenían las Lonjas los mercaderes que vareaban paños y sedas, brocados y telas de oro, 12 o 14 tiendas poderosa y abundantes de estas mercaderías, y todos negociaban mucho respecto de que todo el Reino, así para iglesias como para otros efectos, acudían a medina por dichas mercancías, por hallar en ella todo lo que habían menester, así al contado como al fiado, y los mercaderes de la corte y demás ciudades se proveían de estas tiendas, y si algunas visitas de caballeros o personas poderosas se habían de sacar, todos venían a Medina del Campo  a sacarls y todas se hacían en ella, porque había muchos y curiosos sastres, y tenían tanto que hacer, que tenían a 12 y a 16 y más mancebos que trabajaban todo el año en sus obradores, por las muchas obras que tenían, y por este tenor eran las tiendas de los joyeros en la joyería y los milaneses y merceros, y todos los demás tratos de tiendas por esta forma, pues lo que ahora pasa no lo quiero poner por no dar pesadumbre. Había de ver esto por sus propios ojos el que lo pueda remediar para que se compadeciera de esta honrada república.

Asimismo las mujeres viudas y necesitadas y doncellas honradas, pobres, ganaban, a sus labores, para sustentarse, que nunca les faltaba, porque eran los primoroso del Reino las curiosidades que hacían de todas labores, por haber salida de todo, y de esto, y de los grandes aseos que tienen, hay fama en toda España, y tampoco ahora al presente, en las que viven falta ingenio, pero falta quien se lo compre y gaste, por donde se padece mucha necesidad más de lo que se puede encarecer y decir.

Paréceme que será cansar poner más probanzas acerca de este asunto, pues lo dicho basta y si no como dicen: Basta la misericordia de Dios.

Quiero poner aquí la merced que hace Dios a medina en animar a los vecinos de ella en los tiempos tan perdidos como por ella han pasado y pasan en hacer obras pías para acabar templos y retablos que estaban empezados del tiempo próspero , y otras capillas y devociones que en aquella edad no las pasaban ver, y muchas lámparas de plata que se han dado a muchas iglesias, monasterios y capillas, que todo esto promete unas grandes esperanzas de que Dios ha de ver por esta tan antigua e ilustre República.

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CAPÍTULO XXIV

Donde se pone una semejanza y símil para los trabajos de Medina.

En un libro se finge una fábula del estómago y los demás huesos del cuerpo humano, en la cual finge que los miembros del cuerpo se quejan del estómago, diciendo que estaba en el cuerpo sin tener oficio ni entender en nada más que estarse muy de asiento, recibiendo y aprovechándose de lo que los demás miembros trabajaban; decía que los pies andaban, las manos obraban y los ojos veían, las narices huelen, oían las orejas; final que todos trabajaban y entendían en algo, si no era al señor estómago. Conjuráronse todos contra él para no trabajar ni hace cosa alguna, y visto que no trabajando ellos ni dando al estómago su débito acostumbrado, que lo iban ellos sintiendo, y que las piernas no podían andar, ni las manos obrar, y que todos los demás miembros se enflaquecían, hallaron que la rebelión era en su daño, y así acordaron trabajar y enviarlo al estómago, y entonces cayeron y pagaron el género de envidia que había tenido.
He querido traer esta semblanza, para lo que pasó en nuestra Medina, que en realidad de verdad se puede decir que fue el estómago de estos Reinos y de otros extraños, porque en ella, como a estómago de las demás ciudades y villas, enviaban lo que se trabajaba en granada, Toledo, Cuenca, Segovia, Ávila, Torrecilla y todo lo que venía al Reino de otros extraños, y todo entraba en esta villa, y de aquí, como el estómago, después de hecha la digestión, lo reparte entre los demás miembros para tener vigor y fuerza, así Medina del Campo, como estómago del Reino, repartía todo lo que en ella había y entraba a las demás ciudades, de contado y fiado, y a ls que van nombradas arriba. Aunque metían mercaderías en este estómago de las que en ellas se fabricaban, les proveía de otras que les faltaban. En efecto; en el estómago de esta villa se digerían y gastaban todas las mercaderías que en ella entraban, proveyendo a las ciudades como miembros suyos.

Pues ahora quéjese esta villa de que las demás ciudades, miembros suyos, que la alimentaban con las mercaderías que se fabricaban en ellas, le han faltado de tal manera, que no le enviaban una consolación con que alimentarse y sustentar ella a los miembros suyos.

Pues ahora quéjese esta villa de que las demás ciudades, miembros suyos, que la alimentaban con las mercaderías que se fabricaban en ellas, le han faltado de tal manera, que no le enviaban una consolación con que alimentarse y sustentar ella a los miembros suyos.

Pero ojalá les sucediese como a los miembros del cuerpo, que se hallaron flacos y debilitados, y les fuere forzoso volver a enviar a Medina lo que siempre acostumbraron, lo cual todo es al contrario, porque todo lo que solían mandar a medina, lo digieren en sus casas, de donde procede la gran carestía que hay en las casas; negocio que podría tener remedio, y con esto, está visto que no enviando mercaderías a esta villa ha de estar débil y flaca, como lo dejamos bien probado, cual está Medina; aquí debía el Gobierno desvelarse y los que le tienen a su cargo, y remediar estos daños y tomar pareceres, que no le faltarían suficientes.

Pero ojalá les sucediese como a los miembros del cuerpo, que se hallaron flacos y debilitados, y les fuere forzoso volver a enviar a Medina lo que siempre acostumbraron, lo cual todo es al contrario, porque todo lo que solían mandar a medina, lo digieren en sus casas, de donde procede la gran carestía que hay en las casas; negocio que podría tener remedio, y con esto, está visto que no enviando mercaderías a esta villa ha de estar débil y flaca, como lo dejamos bien probado, cual está Medina; aquí debía el Gobierno desvelarse y los que le tienen a su cargo, y remediar estos daños y tomar pareceres, que no le faltarían suficientes.

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CAPÍTULO XXV

Que trata de un aviso que se da para el remedio de los negocios

En la comparación pasada dispuestas las quejas que con tan justa razón puede dar Medina del Campo, viendo el descuido de que en su remedio hay, como si no fuera de nuestro católico Rey en ampararla en su dote, de manera que las mujeres piden ser amparadas en los suyos por leyes de estos Reinos, pues es cosa sabida y cierta que los pagos del Reino y la contratación es hacienda y bienes propios de Medina del Campo dada y conservada por muchos de los Señores Reyes, esta dote se la tienen defraudada y está en poder de terceros; han ido muchas veces caballeros de su Ayuntamiento a que se deshaga este agravio, y no sirven más que de gastar los Propios de esta villa, estando empeñada de tal manera, que tiene hecho pleito de acreedores, que no parece sino que los que tienen  mano para su restauración gustan de su total ruina, y visto esto con un sentimiento grande que tengo a esta honrada república, quisiera poner aquí un apuntamiento de algunas razones muy concluyentes, que si se miran con los ojos de la razón y necesidad que tiene, no habría duda, sino que se pondría con brevedad remedio en ellas, y en esta otra manera y forma: queriendo S. M. conservar en los pagos de las ferias a Medina del Campo mandó en las ordenanzas que de esto tratan, que los hombres de negocios que hubieran de pagar letras de cambio a otros débitos en los dichos pagos, si no le pagasen en libranzas en el límite de las ferias, cumpliesen con pagar en reales en Madrid a los retornos de la feria. Y como las personas de negocio han sido las pocas que había, valiéndose del capital de la Ordenanza no vienen a los pagos ni se trata de cobrar y pagar en ellas partidas destinadas para los pagos, y siempre se quedan en Madrid esperando a que se ponga en Medina el cuento que las dos o tres personas que a esto sólo vienen. Y este cuento resulta al día en que se han de pagar los retornos, y en aquel día se paga y cobra todo en Madrid, donde verdaderamente se hacen los pagos defraudando a Medina del Campo de ellos; cosa bien digna de remedio.

Y lo que parece más necesario y conveniente, será suplicar y pedir a S. M. mande, que lo dispuesto en el dicho capítulo se guarde, a con que el acreedor no pueda cobrar ni el deudor pagar, en ninguna manera lo que se debiera para los dichos pagos, si no fuere en el límite de ellos y en Medina del Campo, so pena que el acreedor que no acudiera a cobrar, no le pueda pedir hasta la siguiente feria, y si el deudor no acudiera a hacer la paga, no le puede apremiar otro Juez ni justicia,, sino el de Medina del Campo, pues con este medio viene a quedar firme lo que S. M- quiso con el dicho capítulo, y se dará a Medina lo que es suyo.

También han desviado, e irán desviando a Medina y sus pagos los negocios, dándose lugar a que se cambie de fuera del Reino para Sevilla y de Sevilla para Madrid, y siendo por esta orden, es cosa bien perniciosa que contra la comodidad universal de la contratación, pues se quita a los negocios de España su natural corriente, y se da lugar a contratos viciosos, que todo pide remedio, cual será prohibir que por  ninguna vía cambien de fuera del Reino, para Sevilla ni otra parte, sino que venga el cambio derechamente para los pagos de la feria de Medina del Campo, como siempre se hizo, y mandar so graves penas y perdimiento de las partidas, no se cambien el uso dentro de estos Reinos, pues esto no sirve sino de sangrar y divertir los negocios de las ferias, y la junta y unión del comercio que siempre hubo en España, sacándolos de su verdadero curso.

Medina del Campo se puede quejar, que siempre la cogen por forma, y los otros lugares gozan lo que es substancia, pues se ha visto que antiguamente se introdujo y hoy se pone por forma en los asientos, que por mandado de S. M. han hecho y hace, en materia de administración de puertos de mar y secos, naipes, solimán y azogue y otros derechos, que no consisten en alcabalas, que le paga de los giros y libranzas situados en aquellos derechos, se han de hacer en la villa de Medina del Campo y tendrán casa y personalidad en ella para este efecto.

Y aunque se conoce claro, que esto ha sido y es para que hecho allí requerimiento, se dé sobre carta para los Tesoreros, verdaderamente que este principio y modo que se ha tomado, de ánimo para que se suplique a S. M. haga merced a medina de asentar y mandar que lo que ha sido forma, venga a ser precio. Con efecto; así obligando a los que han de pagar los derechos de juros y libranzas, y a los que lo han de cobrar paguen y cobren en Medina del Campo al tiempo de los pagos, pues los plazos se pueden acomodar y de suyo están puestos en esta conformidad, cosa es ésta que sin perjuicio de la Hacienda de S. M., ni de los con quien se hacen asientos, se podrá conceder y con esto resucitaría medina del Campo del letargo que tiene, y tendría alguna recuperación de la miseria y gran quiebra a que ahora ha venido.

Porque quien ha de pagar los juros y libranzas, una vez asentado que sea en Medina del Campo, le será fácil hacer la paga en ella tanto y más que en Madrid, pues vendrá a pagar en tiempo que estarán en los pagos, donde se proveerá de dineros con mayor comodidad que en otra parte, y allí cobrará lo que perteneciere a la renta de su administración.

Además de lo cual se sigue gran beneficio, porque todos los que han de hacer juros y libranzas, como son caballeros, se valdrán de sus réditos, privándolos a los mercaderes, y esto es fuerza, vendrán a cobrar y al mismo tiempo a comprar mercaderías y éstas con esta ocasión las harán conducir a las partes de donde solían venir a esta villa, y la de los puertos,  pues todas están retiradas y se ausentaron de Medina, donde solían asistir, por haber saltado el concurso y gasto que al presente se procura; que para la expedición de los negocios, supuesto que no acude a las ferias el Banco de corte, se suplica a S. M. se sirva permitir y mandar, que para los negocios que en esta villa se hicieren, nombre y tenga un Banco con libro corriente, que sirva sólo de asentar y ajustar las partidas de los dichos pagos, y allí vengan a morir todos los restos que en el dicho libro entraren, y junto con esto sería bien este Banco tuviera libro de entre año para recoger las correspondencias y remisiones que se hicieren, previniendo cada uno lo que fuere menester para los pagos que se siguen.

Los caballeros del Ayuntamiento de esta villa, han ido muchas veces con otros Ayuntamientos semejantes al Consejo, para que tengan remedio estos desconciertos que la contratación tiene y tienen tanta fuerza y mano los pocos personajes de negocios que hn quedado, que por estarse en sus casas y no acudir, como toda la vida se hizo, a los pagos de Medina, pareciéndoles que basta enviar a medina tres criados al hacer el cuento, que no causa poca murmuración en el Reino al ver que tengan tanta mano los que no son naturales, y atropellen todo y que pudiendo ser restituidos los negocios y el comercio del Reino, no haya quien lo repare en Medina, ni se trate de ello. No hallo otro remedio sino invocar a Dios lo mueva.

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CAPÍTULO XXVI

Que trata y da a entender los pagamentos del Reino y cómo se practican

En el anterior capítulo se trata del remedio que puede haber para la trabazón del comercio y contratación del Reino, que está desquilibrada y fuera de su lugar, y del comercio que en largos años siempre tuvo con tanta unión y puntualidad, y asimismo he querido dar a entender a muchos que no saben qué cosa sean los pagamentos que en esta villa se han hecho desde su principio, porque en as ciudades de Burgos, Valladolid, Segovia, Toledo, Madrid y otras del Reino, cuando sus ciudadanos veían partir muchos mercaderes y hombres de negocios para los pagos de Medina del Campo, no entendían ni sabían ni hoy lo entienden ni saben, qué son pagos ni el efecto que surten, y con hacerse en Medina tantos años, fuera de los hombres de negocios que en ella hay, los demás no lo entiende, ni hay que maravillarse de esto, porque muchos predicadores deseaban conocer su significación y circunstancias, y que sean cambios lícitos y reales y que sean cambios ilícitos y reprobados; y se informaban de hombres de negocios y de corredores de cambios de muchas cosas que hay que saber en ellos para cuando iban a predicar a la rúa Nueva de esta villa, en los pagos, donde había gran copia de gente, decir en sus sermones lo que importaba para que los negocios le hicieran lícita y cristianamente y para esto se informaban.

Pues digo así, que los pagos fueron siempre una junta de hombres de negocios que en ciertos tiempos del año se juntaban a pagar y pagar lo que se debían unos a otros, y porque antes que se usase poner por personas particulares Bancos, (que Bancos es lo mismo que cambios) se pasaba muchos trabajo y peligro en las cobranzas, respecto de que los mercaderes enviaban cobradores a cobrar a las villas y ciudades del Reino lo que les debían las tiendas, en lo cual se pasaba mucho trabajo y costas como se pasa ahora por no haber Bancos, por haber siempre mucho peligro en los caminos y en las posadas; y para facilitar esto y que los mercaderes fuesen de mejor gana y fuesen más anchos los créditos, se trazó y dio órdenes para que algunas personas  armasen y pusiesen Bancos para que estos tuviesen un libro manual y de caja, a donde los mercaderes armasen sus cuentas  y se asentasen las partidas que cada persona pagase  su acreedor.

Y en los primitivos pagos no se usaban los cambios que ahora se usan, que muchos toman cambio en estos tiempos para sólo hacer giros de dinero, tomándolo para una plaza y dándolo para otra, que en esto ellos se entienden. En el tiempo antiguo, si alguno daba a cambio era solamente para traer mercaderías de fuera del Reino para abastecerlo y henchirle de mercaderías, y todo lo demás que se asentaba en los libros de los Bancos eran partidas de las tiendas de las ciudades y villas.

Los Bancos de aquel tiempo, que atrás lo apunté, recogían en los entrepagos todo el dinero que las tiendas les enviaban, y como estos Bancos estaban muy afianzados, querían más tener el dinero en su poder que en sus casas, porque ninguno había que no diese 100.000 ducados de fianza, y estas las hacían los hombres de negocios, porque a unos fiaba en 2.000 ducados, otros en 4.000, otros en más y otros en menos.

Los mercaderes del Reino enviaban a os Bancos todo cuanto vendían, y al tiempo de los pagos acudían de todo el Reino a cobrar y pagar a éste villa, lo cual se hace de esta manera:

En la rúa Nueva sacaba cada uno su banco con un tablón de nogal grande y ancho, y junto a él un banco de respaldar adonde se asentaba el cambio y el que había de escribir en el Manual, y fue tiempo que hubo 16 cambios, porque había uno de Valladolid, uno de Medina de Rioseco, dos de Burgos, dos de la corte, uno de Toledo y otro de Segovia, y los demás eran de esta villa, pues el modo como se hacían estos pagos era en esta manera y forma:

Tenían los cambios armadas sus cuentas con cada uno que les enviaba el dinero entre pagos y se los hacía buenos en su cuenta y deudor a su libro; luego, en sacando los libros a la rúa, escribían desde las 10 hasta las doce horas, y en dándolas, luego se cerraban los libros, y por la tarde escribían otras dos horas, y era tanta la gente que acudía a librar en cada cambio, que no se daban menos a escribir, y esta verdad certificarán hartas personas que lo vieron.

Tenía esta villa cuidado de asalariar a un hombre que tuviese cuenta de poner desde la mañana hasta la noche dos cadenas, que atravesando toda la Rúa uniera a la esquina de la calle de la Plata, que linda con la Rúa y a 114 pasos abajo de ésta, desde la calle del Pozo a la misma Rúa; de manera que todo este trecho se llenaba de hombres de negocio toda gente poderosa y de mucho lustre, y porque no les estorbasen las cabalgaduras, coches y carretas, no pudiendo pasar por allí, les ponían estas cadenas, que hoy día están asidas a unos postes.
El que había de pagar a quien debía, llegábase al Banco con quien tenía armada su cuenta, y decía: -Debe Pedro, por Juan tantos mil maravedíes, que le da por obligación.- Y si era por cédula de cambio, decían lo mismo, y si la persona que cobraba esta partida tenía su cuenta en el mismo Banco, quedábase allí, y cuando pasaban las partidas del Manual al Mayor de caja, hacía el Banco acreedor al que cobraba y deudor al que pagaba, a cada uno en la cuenta que les tenía armada, y si el que cobraba tenía cuenta en otro cambio, acabada de asentar l partida en el Manual, decía; - Pasa a Fulano,- que era el cambio donde tenía su cuenta, y ponía al pie de la partida al nombre del cambio del que cobraba, y los cambios tenían armadas sus cuentas unos con otros de estas partidas que se pasaban, y cada dos días referían los cambios unos con otros esta cuentas para ver quién debía a quién, y al fin de los pagos pagábale un cambio a otro lo que se alcanzaba.

Acabado un mercader de pagar todo lo que debía, y que tenía compradas las mercaderías para irse a su casa, iba a referir con su cambio, y si le debía el cambio, no le podía pedir ningún resto hasta que pasasen veinte días después de fenecidos los pagamentos y de haber referido los cambios unos con otros; pero si éste tal había menester sacar su dinero, pagando el cambio cinco al millar por el contado, porque esto manda la Ordenanza de los cambios, se lo habían de contar luego, y si el cambio alcanzaba algún resto al mercader, acomodábanse muy bien con ellos, y en breve término se lo enviaban, y hartas veces con mayor suma para que los tuviere en su poder hasta los otros pagos, que como en aquel tiempo había tan grandes y abiertos créditos, los de las tiendas no hacían más en los pagos de asentar las partidas que debían, cada uno en su cambio, y luego volvían de nuevo a hacer otro débito, y así se gobernó el Reino muchos años con la mayor pujanza de negocios que jamás se han visto, porque estos cambios iban a la feria de Villalón, y a la de Medina de Rioseco y luego a las dos de esta villa, de Mayo a Octubre, y en este siglo de oro se ganaron muy gruesas haciendas en España, y toda ella estaba manando en riquezas. Este modo de pagamientos y comercio era muy justo, y sin ningún escrúpulo fue degenerando esta buena contratación de ciertos años a esta parte, en que creció más la condición y la malicia.

Y si algunos daban a cambio para traer mercaderías fuera del Reino, luego cesó esto y dieron en hacer cambios, que no sé como nombrarlos, porque como en los apuntamientos del remedio de los negocios lo traté, no quiero volverlos a referir aquí, pues son bien notorios, y por serlo, dignos de remediar. ¿Quién no echa de ver tal comercio y tal modo de contratación como la que está dicha, tan importante para poderse sustentar como lo hizo tan largos siglos? ¿Y quién no echa de ver la perdición que ha venido por estos negocios? No solamente ha recibido daños y perjuicios España, pero aún las plazas de Flandes, Florencia, Piasencio, León, Lisboa y otras fuera del Reino, están muy perjudicadas por estar la contratación de España y los pagos generales del Reino degenerados y usurpados a esta villa, como propia hacienda suya. Y hace de considerar la gran fidelidad y confianza que había, que asentando las partidas en los libros de los Bancos, era como tener el dinero en el cofre; tanta legalidad tiene el libro de cambio.

Pues el modo con que los corredores de cambio hacen su oficio se puede notar, porque es de mucha confianza y verdad, porque si un corredor no es muy experto en su oficio, puede quitar el crédito a algunos hombres de negocios.

Estando en los pagos de esta villa, juntábanse a hacer los negocios ocho o diez corredores de cambios de los de la corte, de Burgos y de esta villa, y habiendo llegado todos los de negocios, salían los corredores a procurar abrir las plazas de Besanzón, Flandes, León y Florencia, Valencia y Lisboa, y hacían el precio de cómo se había de cambiar el escudo para cualquiera de las dichas plazas, y estos precios se hacían siempre teniendo en consideración de cómo tenían aviso que pasaba el dinero en las dichas plazas con los corredores que venían, y respetando el precio de allá se hacía el de acá, y otros arbitrios que aludían a este res pecto, que los de los negocios entendían.  Pasaban los precios de cómo se habrían dos o tres días, y como se iba cambiando y acabando el dinero en poder de los dadores, restringían el precio y andaba el cambio más estrecho, y otras veces alargaba, y esto era conforme a la moneda que había de contado, porque si en los Bancos había mucho contado andaba largo el precio, y esto era provecho del tomador, y si había poco contado estrechábanse los precios y era el provecho del dador; finalmente, era como cuando hay falta de una mercadería, o sobra.

Los corredores es de su oficio saber quien son los que tienen el dinero y quien son los que lo han de tomar, para cumplir sus créditos, y así buscaban quien había menester para las plazas dichas, y cerraban el cambo con los dadores que tenían el dinero, y esto con tanta puntualidad y secreto que ninguno sabía los negocios de los otros, y el cambio que cerraba el corredor no había más de decirlo y era como escritura muy fuerte, y e esta manera apuraban toda la libranza que había en los pagos, que en algunos se negociabas tres o cuatro millones, pues la fidelidad de las letras de cambios que da el dador en tres dedos de papel firmados de su nombre tiene tanta fuerza y certeza para su cobranza, como cuantas obligaciones se hacen.

Solían, cosa de dieciséis años atrás, a la mitad de los pagos, juntarse en un portal de las tiendas de la Rúa algunos hombres de negocios, los que querían con algunos corredores hacer el cuento, que era saber cuántos precios se habían hecho para cada plaza, y regulábase ni el mayor ni el menor precio, y dejándole señalado, y esto se hacía para contar los que tenían encomiendas a sus encomendados para no hacerles agravio.

De este tiempo dicho, acá, se dio otra orden para hacer el cuento, que antes que se empezase a cambiar ninguna partida, se juntan los de los negocios y hacen el cuento a como se ha de cambiar para cada plaza aquellos presentes pagos, y estos precios no se mudan hasta que se acaban los pagos, Túvose por mejor esta orden, aunque para los corredores no lo fue, porque como están hechos los precios de las plazas, hácense muchos negocios sin corredores.

Cuando dejaba alguno de venir a pagar a los pagos, si era débito de letra protestábanla ante un esribano, y un pregonero decía así: -Si está en la villa o en los próximos pagos que en ella se hacen, fulano y alguna persona que por él haya de dar t pagar a fulano, tantos mil maravedíes que le deben, en virtud de una letra que sobre él tiene, aquí está quien lo recibirá con recaudos bastantes, dando el no protesto  contra el susodicho de haberlos y cobrarlos de sus bienes y haciendas, con más los daños cambios y recambios, intereses y menoscabos que hasta la cobranza de la dicha letra, se le siguieron y recrecieron y pídelo por testimonio.- Acontecía oír el pregón algún amigo del deudor y decía que por honor del dador de la letra, él lo quería pagar, dándole recaudos bastantes, y de esta manera se apagaban muchos protestos, y cuando no salía alguno con un testimonio de protesto, podía cobrar donde quiera, y si no enviaba el protesto a la persona que envió la letra, y esto era gran menoscabo del crédito de la tal persona, y si el crédito procedía por obligación, cobrábalo en virtud de ella y procediendo primero el protesto por el mor de los intereses.  Porque entiendan los curiosos y los que no lo son, la grandeza y afluencia de los negocios y comercio que solía haber y la falta que en los presentes tiempos hace el Reino, y lo que más se puede sentir y poner alguna admiración, es ver las pocas premisas que el tiempo nos enseña de el remedio que se debiera dar para salvar este dño, y el gran descuido que en ello se tiene, habiendo de haber muy particular cuidado, porque el ánimo de España y lo que le ha animado siempre y la fomenta, es el comercio de los negocios y contratación.

Lo cual después de que ha faltado, se ve con evidencia el gran daño que todo el Reino hoy tiene y quien no eche de ver esto, cuéntese por ciego exterior e interior. Paréceme, que dicen algunos no deja de tener razón este autor en esto que dice, pero no sabemos como una grandeza de negocios como he pintado, se pudiese restaurar y volver a su curso, por estar ya todo tan desasido y fuera de su caja. A esto respondo que como se quiera hacer y procurar la traza y modo con gana y deseo de acertar, que habrá mil razones y remedios para que resuciten los negocios. Ya que no sea luego de golpe, a lo menos empezándolo a poner en ejecución, se irán entablando, de manera que en breve tiempo vuelva el agua a su antigua corriente, pero no tratando de ello y dejándolo añejar, algún día se querrá remediar y no podrán porque hoy aún viven muchos hombres de negocios, que podrán ayudar con sus pareceres.

Los cronistas y autores tienen obligación y licencia, para poner en sus historias todo aquello que hallaren que conviene poner acerca de la materia que va tratando, tope con quien topare, porque muchas Crónicas culpan y hacen cargo a muchos Reyes de cosas que pudieran remediar y hacer, y por algunas remisiones o descuidos no lo hicieron, y así ninguno se escandalice si en lo que aquí tratare y dijere, le parece que hablan con él, que mi intento es dar a entender el trabajo que padece España por faltarle el comercio general del Reino.

Dícese por cosa cierta, que el haberse retirado los pagos de esta villa, es la principal causa de la separación de los negocios y de la contratación del Reino, porque estaba y ha estado tan unido lo uno con lo otro, que faltando el concurso de los pagos ha de faltar la contratación de las mercaderías. La culpa de esto se impone a los hombres de negocios, extranjeros, que residen en la corte, que naturales del Rerino han quedado pocos, diciendo que por no venir a Medina del Campo a los pagos, han podido tanto que haya disimulación para que no vengan.
En lo cual se priva el bien general por el particular, que los asentistas que hacen asientos con S. M., también se harán, aunque haya pagos, y mejor, porque a los pagos acudían muchas personas de Castilla la Vieja a dar a cambio su dinero, y en medina había muchas personas que lo daban y todos han dejado de acudir por faltar las formas.

Han dado por disculpa, que no habiendo banco en Medina para armar cuentas y pasar las partidas, ¿Qué a qué han de venir? Esto está remediado y prevenido, como está dicho, que Medina tiene nombrada una persona que toda su vida se ha criado en los negocios por cambio con dos caballeros del Ayuntamiento por comisarios, y de todo se ha dado noticias y no se remedia. Paréceme que podemos poner aquí un jeroglífico de que usaron los sabinos poniendo en sus banderas con gran arrogancia: Sabinis populis quis resistet? ( A los pueblos Sabinos, ¿quién los resisrá)   Y poniendo cada letra por parte en esta manera: S.P.Q.R. Los romanos, vistas su soberbia y presunción, pusieron en las suyas por su parte estas letras: S.P.Q.R., que quiere decir: “El Senado y el pueblo romano.” Para buenos entendimientos entendido hasta este jeroglífico, pero aclarémosle para todos. Quiero decir, que los extranjeros tienen tanta influencia en el Reino para que las cosas de su Gobierno pasen, que los naturales de él los resisten, danto a entender con razones suficientes y claras que conviene reparar el comercio, y que por estarse ellos en sus casas y no venir a los pagos, se dejan de hacer y que la contratación no se restituye a su ser.

Este es negocio que con mucho calor y brío lo habrían de tomar los naturales y resistir a los que no lo son, que certifico que no deja de haber que decir sobre esto en todo el Reino y en la corte, porque como dije arriba, si se quiere contemporizar  con ellos por decir que S. M. los ha menester para sus aciertos, pagamentos había en tiempos del Emperador y del católico Felipe II, y hacían muchos asientos, y antes les importaban que los hubiera, porque en ellos tomaban a cambio de muchas gentes para poder mejor hacer las cuentas.

No sé qué pueda decir más para dar a entender cómo se remediarán los negocios, y si alguno le pareciere que he dicho mucho, dé razones contra éstas, y con unas y otroas se calificará el caso.

Ya que hemos tratado y dado a entender que sean los pagamentos y el efecto y operación que hacían en el Reino y en esta villa, para que se vea más claro el uso de la mucha contratación de mercaderías, que por haber pagos se acrecían, y la gran cantidad que a esta villa acudía diré los encomenderos que en ella había para enviar mercaderías a todas las villas y ciudades del Reino, que es digno de considerar este modo, que pasaba así:

Después que los mercaderes de tiendas de las ciudades del Reino habían pagado en los pagos todo su débito, iban comprando las mercancías que cada uno había menester, fuesen de seda, paños, mercaderías de fuera del Reino, todo género de lencería y mercaderías de levante, que de todo había asaz copia de ellas, íbanse a sus casas, y como se les iban gastando por no venir ellos a proveerse de ellas por no hacer costas, escribían a un comendero de los que había en esta villa, práctico en todas mercaderías, y enviábanle a pedir las mercaderías que les faltaban y al punto se las enviaban, fiadas o al contado, como se las pedían, y de esta manera se proveían hasta que viniesen a los siguientes pagos, que entonces se proveían de todo lo que les faltaba. Hubo en esta villa ocho encomenderos que ganaban mucho, y créase esto porque hubo alguno que dejó más de veinte mil ducados; pagábanles a 1 y 1/5 por 100 de todo lo que les enviaban y algunos a 2 por 100, para que se saque para aquí la grandeza de la contratación de esta villa, porque de todo el Reino acudían a ella como a una Aduana general.

Pues ahora todo este aprovechamiento que tenía esta villa y sus habitadores, cesó por no haber un solo fardo de mercadería, que todo esto está repartido en otras ciudades del Reino; porque en Toledo hay encomenderos que proveen a Valladolid, a Burgos, a esta villa, y a otras muchas partes del Reino, y lo mismo hay en Segovia, Cuenca y Granada, y en los puertos de mar, que allí envían por las mercaderías que faltan a las tiendas del Reino, lo cual cuando las había en esta villa se hacía con menos coste, por estar su sitio tan proporcionado para todas las ciudades y villas del Reino, y sáquese por aquí cual está Medina al presente.

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RAZONAMIENTO QUE HACE MEDINA A SUS VECINOS

Entre las ficciones que hace el entendimiento, se dice una prosopopeya, que quiere decir persona fingida o fingimiento de persona, de esta manera podremos imaginar que la muy antigua e ilustre villa de Medina del Campo, tomada desde sus primeros fundadores hasta el estado presente en que ahora está, la hemos de imaginar como a una matrona antigua, que por diversidades de trabajo, ha permanecido en la crianza de sus hijos, cuales son los ciudadanos moradores de ella, viéndolos andar tan triste y con tantas angustias y trabajos, que como madre piadosa, disimulando los suyos, los hace una plática para consolarlos, para lo cual se sube a una de las ventanas del Real Palacio que salan a la Plaza Mayor, en quien se criaron muchos Reyes, hijos suyos, y estando allí les dijo estas razones:

-Muchos días ha, hijos, que he procurado hacer una plática acerca de la tristeza y desconsuelo que en todos vosotros veo, cansada de verme tan sola y sin el aumento y riqueza, que solía tener extendido por todas mis calles, y no he podido hallar tropa de gente a quien poderla aplicar por la mucha que me falta, y así quise aprovecharme de la ocasión presente, en este día que estáis juntos, cumpliendo el voto al glorioso San Antolín, Patrón mío y de mi Abadía, junto con mis circunvecinos, y así os ruego que no andéis afligidos, ni desconsolados por veros tan solos como estáis y de haberme faltado la gran copia de gente que acompañaba vuestras casas, y autorizaba vuestas calles y barrios, juntamente con la gran contratación que en mí hubo.

Tornad en vuestros hijos míos, y en vuestra antigua consideración, confiad en la presencia de vuestro Padre, que es más presente con vosotros y para vosotros mismos, ¿Adónde iréis que no llevéis prendas de un Padre celestial que os crió? La tierra, que pisáis ¿cúya es? El aire con que respiráis, ¿de dónde os viene?  Pues con todas vuestras angustias, bien o mal (si mal se puede decir el regalo de la pena), nunca dejáis de comer. ¿Fáltaos de vestir? Por cierto que con lo que os sobra vestiríais a muchos desnudos. Pues lo que os sobra de comer podríais dar a los hambrientos y no dar tanto a vuestros estómagos, y yo os prometo, hijos, que si el diezmo que mostráis de tristeza por la falta que tenéis de ganancias y de mi diminución, tuviésedes por el hambre y sed y desnudez de vuestras almas, entonces tendríais razón de pedir las faltas  que con daño de pena eterna os hace falta, y tendréis tanto en que entender y estaríais tan bien ocupados, que de muy lejos echaríais de menos los trabajos que os afligen, que con tanta demostración lo sentís.

Bien hecho de ver que estas fiestas de toros que se hacen en este bendito santo, en lugar de alegría os causarán tristeza, acordádoos de las suntuosas que en mí se han hecho en entradas y casamientos de Reyes, y con cuanta curiosidad y coste mis caballeros lo han hecho.

Y también echo de ver que tendréis y sentiréis sobre vuestro corazón al ver y saber sobre la falta de tantos hijos, que al cabo de mi gran antigüedad me haya sido forzoso hacer pelito de acreedores por tener todas mis rentas empeñadas, y no puedo pagar a quien debo. La causa de esto es bien notoria, porque mi empeño ha resultado de servir a muchos Reyes en las ocasiones que se han ofrecido de guerras, nacimientos y casamientos de Príncipes, haciendo las fiestas tales y tan costosas como todo el Reino lo dirá, y pongo por ejemplo lo que hice a mi Rey Felipe III, que largos años viva, y a la Reina Margarita cuando pasaron por esta villa a la ciudad de Valladolid el año 1600, que en once días, después que me dieron el aviso de su venida, les ordené fiestas, que S. M. y el Excmo. Duque de Lerma se admiraron de que se hiciese tanto en tan breve tiempo.

Soy, hijos, desgraciada que aunque he hecho lo que he podido y aún puedo decir más, no se acuerdan de mí para hacerme merced y remediar mis trabajos, y con las demás razones de vuestro consuelo os diré una, para que tengáis confianza en Dios, en cuya mano están los corazones de los Reyes, y es que bien os acordaréis de que en los tiempos prósperos que por mi han pasado, estaban los hijos de ella tan metidos en los negocios y ganancias, y como la prosperidad es madrastra de las virtudes, no se acordaban de hacer cosas virtuosas, no echando de ver la falta que tenían muchos templos de reparos ni Hospitales, ni hacer limosnas de importancia, como se han hecho después que estoy con los trabajos presentes, en que se han acabado muchas iglesias, retablos, monasterios y capillas, y dado en limosnas a iglesias y santuarios, más de treinta lámparas de plata, y haberse fundado en este tiempo el isigne Hospital de Simón Ruiz Envito, hijo mío, el cual tenía tanta fe y amor por mi república, que aunque le interrogaron muy apretadamente que le fundase en la ciudad de Valladolid, respetando a que su gruesa hacienda la había ganado en mí, le fundó en esta villa, que es la misma razón por la que todos le seáis gratos y le encomendéis a Dios.

“Premisas son estas, mis hijos, porque la Majestad de Dios nos ha de favorecer, pues nos alarga las manos para hacer semejantes limosnas cuando tenemos mayores necesidades y menores ganancias.

No os quiero referir los pleitos que me han movido, pues os son tan próximos, para quitar mis rentas, tierras y montes, que tantos siglos he poseído; dad gracias a Dios, que ha mirado por mi justicia, y estimad en mucho que entre los hijos ilustres, atrás referidos, para esta necesidad, me dejo dos, que son: D. Francisco de la Torre y Corral y D. Diego de Mariapiru, que con tanto valor, ánimo y esfuerzo, fueron a defender mis derechos y se ocuparon dos años hasta sacar ejecutoria. Que de tales hijos es razón se haga mención para que dure muchos siglos, y así remato mi plática con deciros que tengáis aviso con todo lo que os he dicho y os acordéis de este consejo: que penséis y sepáis que está Dios más íntimo a todas las cosas criadas que ellas están en sí mismas, por donde no es razón que cuando penséis en eso y habéis de Dios, no penséis ni habléis de Él como ausente, porque no podréis vos pensar sin que Él concurra con su pensamiento, ni hablar de Él sin que concurra con vuestra lengua, no obrar sus Mandamientos sin que en todo principalmente no concurra con vuestras obras por reverencia de Dios, a quien tanto debéis, hijos, pues Él os pide que le creáis, que le tengáis tan delante, por virtud de la fe como le tienen los santos, en el cielo por la visión; que yo os digo que esta consideración católica será freno de los pecados y aumento de gracia para que alcancéis lo que deseéis y para que vuestra tristeza se convierta en alegría en esta vida y en la eterna para donde caminamos.”

Acabada esta plática que Medina dijo a sus hijos, quedaron muy consolados en ver que su madre disimula sus trabajos con tanta discreción, que fue causa de que ellos se alegrasen y esforzasen para llevar los suyos y para que en solo Dios pusiesen sus esperanzas.

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